MI pasión siempre ha sido realizar videos, lo heredé de mi padre que era filmmaker.

Mi primera boda fue en diciembre de 1980, ya casi 40 años de documentar los mejores momentos en la vida de mis apreciados clientes. Me gusta sorprender con resultados, pero siempre con discreción, detesto el protagonismo y trato siempre de ser lo más invisible posible en los eventos. Considero que, si tuve que alterar en alguna forma el evento para beneficio del video, entonces no estoy haciendo bien mi trabajo.

En broma, pero muy en serio, siempre digo que ser videógrafo de bodas significa hacer una excelente película sin que nadie le haga caso al director, sin actores profesionales, ni segundas tomas y creo que, con dedicación y experiencia, estoy seguro que lo hemos logrado una y otra vez. Claro, nadie es perfecto y tal vez alguna vez a alguien no le gustó alguna cosa, pero siempre dejamos el alma en cada evento. Finalmente he visto lo que no se imaginan en bodas, he presenciado momentos de verdad tan hermosos y para mí es un privilegio ser parte de todos y cada uno de los eventos que me confían.